Simónides

La fortaleza humana es escasa

y vanos los cuidados que dilapidamos,

pues ni siquiera los hijos de los dioses

llevaron una vida tranquila y reservada

hasta llegar a viejos.

Nuestra vida es frágil y fugaz,

y añade trabajo al trabajo.

Todo va a la horrible Caribdis:

sea el arrojo como la riqueza.

Nadie llega a valer nada.

Ni ciudad ni mortal.

Ni lo sucedido ni lo soñado

pueden darse por hechos.

La muerte alcanza, incluso, al que evita el combate.