Un amor contemporáneo

Es hora de que reconozcamos que fuimos consumidos

por nuestros temores y tomentos y que lo único que nos queda

es abrazarnos como si estuviéramos solos en una pieza oscura.

Corrimos una carrera despiadada e inútil por deseo y celos infantiles,

y llegamos al remanso.

Esperemos que la noche pase rauda como una gacela asustada.

El sol irradiará nuestra vergüenza con su calor compasivo,

y la templanza aliviará los huesos.

Olvida los resquemores.

La ira envenena las gargantas.

Y tu cuello es de una elegancia irresistible.

No te defiendas.

Guarda la compostura.